viernes, 2 de septiembre de 2016

La verdad


La verdad

Por Juan José Sbodio

Heráclito, Parménides, Sócrates fueron grandes filósofos que hemos estado estudiando en este último tiempo. Tres grandes mentes del pensamiento griego clásico que tenían ciertas diferencias que los identificaban y nos hacían ver la realidad de diversas maneras posibles, desde diferentes perspectivas.
Heráclito con su pensamiento dinámico de un constante devenir de las cosas, de un cambio constante, un fuego inapagable nos plantea una verdad muy difícil de conocer, por el mero hecho del cambio. No podemos llegar a conocer algo porque siempre cambia, “en los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]” nos dice el gran pensador, haciendo referencia a que no podemos bañarnos dos veces en el mismo río, las aguas no son las mismas y nosotros tampoco.

Por otro lado Parménides, con un pensamiento totalmente opuesto sostiene que todo lo que podemos pensar es y por lo tanto existe. Todo lo verdadero es lo que podemos conocer por la razón. El Ser para Parménides es todo lo que existe y es único, eterno, incorruptible, inmóvil y esférico. Estas características determinan que lo verdadero, lo que existe, es inmóvil y eterno, o sea, la oposición total al filósofo anterior.

Por último tenemos a Sócrates, considerado muchas veces como “el hombre más sabio de la humanidad“, y en su apología plantea que su sabiduría está dada por aceptar la propia ignorancia. Si bien no escribió nada, gracias a su discípulo Platón podemos conocer sus ideas.

Sócrates pensaba que la verdad era única y universal, pero que estaba en cada uno. “Conócete a ti mismo” era una de sus grandes frases, de esa manera conocerías la verdad. A través de la “mayéutica”, que era su metodología (en griego “dar a luz”), no enseñaba a los demás la verdad, porque no la conocía como para poder enseñarla, sino que a través de preguntas intentaba que cada uno logre encontrar esa verdad que lleva dentro.

Esta “mayéutica” fue la que utilizó nuestro profesor de filosofía Gustavo Pizzi, porque en una evaluación, además de preguntas teóricas sobre las citadas, nos hizo preguntar: “¿Es posible conocer la verdad? ¿En qué sentido sí o no? ¿Cuál es el límite?”, una pregunta que quizás nunca nos hicimos, que parece estar dada, pero cuando intentamos dar una respuesta no es muy sencillo.

Luego de leerla varias veces y reflexionar, se me ocurrió pensar que en parte algo de verdad vamos conociendo, es fundamental para la vida y su desarrollo conocer cómo funcionan las cosas y el entorno en el que nos encontramos. En los últimos años la ciencia ha avanzado mucho en el terreno de “lo verdadero”, sin embargo creo que la verdad sigue siendo una utopía.

Puede que exista una verdad única, lo que la hacer variar es la percepción que podemos tener hacia ella. Mezclando a los filósofos… cada uno llega o intenta llegar a esa única verdad de maneras diferentes y encuentra así cosas diferentes que considera como verdaderas.

Un ejemplo que podemos citar es Dios. Para muchas religiones monoteístas, hay un ser divino, un único ser omnipotente que es el ideal de vida para el hombre. “Dios”, “Alá”, “Zeus” son quizás percepciones correctas, quizás este ser sí existe, la diferencia está en que puede ser el mismo para las tres religiones, los caminos recorridos para conocerlo fueron diferentes y por eso se lo conoce de distintas maneras.


En mi opinión, el límite para llegar a la verdad es la historia. ¿Por qué la historia? Si gracias a ella conocemos un montón de cosas. Sí, pero no en profundidad, no en esencia. Nunca conocemos las cosas tales como son porque son resultado de luchas, reformas, cambios, transformaciones, necesidades, problemas y muchos más factores que se relacionan estrechamente entre sí. Cada ser, cada substancia nace en un entorno determinado, en un contexto determinado y que va sufriendo cambios y se va modificando, tomando nuevas formas y fines. Por eso conocer algo tal como es sería prácticamente imposible, sería navegar por el pasado profundamente y nunca vamos a terminar, porque el pensar esto, ya es historia.