sábado, 3 de octubre de 2015

El poder de los medios de comunicación y la construcción del conocimiento



Al ver la viñeta de Periotti, sonreí al recordar otros tiempos donde las tecnologías se mantenían indiferentes al tiempo. Como ha afirmado el físico y genial escritor de ciencia ficción Isaac Asimov, “antes, el pasado, el presente y el futuro eran iguales, ahora no”.
Una máquina de escribir, que permitía hacer copias con hojas carbónicas, unas lapiceras con cartucho de tinta líquida, aunque para escribir en los libros contables seguía el tintero y la pluma, el blanco secante y una excelente caligrafía. Las tareas llevaban varias horas; investigar era desplazarse hasta la biblioteca más cercana, leer, resumir y copiar a mano varias hojas, cuidar de no ensuciar ni ajar el material que nos proporcionaba tan amablemente la bibliotecaria que ya conocía nuestros nombres y nos esperaba todas las tardes; cuántos consejos recibimos de ella y palabras de ánimo cuando cansados de copiar desistíamos de llevar completa la tarea.
“Hoy vivimos en la era de los medios masivos de comunicación y las llamadas nuevas tecnologías”. Esta afirmación significa en  primer lugar que ya no es la misma percepción que cada grupo humano tiene de la realidad todo está “mediado”. La llamada “globalización” ha sido posible gracias a esta acción poderosa de los medios masivos. Por ello algunos hoy hablan de “aldea global”, es decir, ya no hay rincones ocultos, todo se sabe, todo se conoce como en un pequeño pueblo gracias a la acción de los medios. Pero desde hace unos años y gracias a la expansión impresionante de internet cualquiera desde una PC hogareña puede publicar e interactuar con quien quiera en todo el globo. Además la información que manejamos hoy desde esta herramienta es impresionante. Ni el más osado futurista podría haber pronosticado semejante cantidad de información al alcance de todos. No se ha podido establecer con seguridad cuanta información circula pero algunos dicen que es el equivalente a 37000 bibliotecas del Congreso de los EEUU….una cifra incalculable…
Por ello se dice que estamos en la era de la INFORMACIÓN. Hoy todo se sabe y el que quiere investigar y saber no tiene más que sentarse en su PC y comenzar a buscar. Si pensamos detenidamente en esto podríamos preguntarnos ¿Para qué sirve la escuela si todo está al alcance de cualquiera? Si esto sigue así las escuelas tenderían a desaparecer…Quizás en un futuro el sistema de acceso al conocimiento no sea a través de lo que hoy conocemos como escuela. Esta institución tal como la conocemos hoy no tiene más de 500 o 600 años y bien podría configurarse de otra manera. Esto es así y creo que vamos camino a un nuevo paradigma en cuanto a la enseñanza y el aprendizaje. El viejo esquema está quedando agotado pero en cuanto esquema no en cuanto a sus finalidades y objetivos. Siempre van a existir niños y jóvenes a los que tenemos que conducir por el sendero del conocimiento y por la experiencia de crecer junto a otros niños y jóvenes, para  afianzar su  identidad personal a partir de la interacción con otras personas. El problema es cómo deberíamos hacerlo a fin de insertarlos en forma plena en la sociedad y darles las herramientas para que puedan desarrollar todo su potencial y así puedan crecer en armonía de  cuerpo y espíritu, de su inteligencia y su voluntad, de sus sentimientos y emociones, en una palabra ayudarlos a configurarse como personas íntegras.
La era de la información más que una era de dificultades es una era de oportunidades. Por eso la acción educativa debe centrarse en la formación de ciudadanos críticos, es decir, debemos darles a los alumnos conocimientos para que puedan buscar con sentido crítico los medios y no tomen todo lo que viene como “verdadero”. El camino para iniciar este proceso es enseñar desde la escuela que una característica de la información es que la objetividad absoluta no existe. Todo es “mediado” por el que informa por lo tanto una misma noticia o mensaje puede tener más de una interpretación , por eso es tan importante enseñar a discernir, a buscar otras alternativas, otras respuestas a un mismo problema. Hoy esto es posible porque tenemos acceso vía Internet a muchos informantes, a muchos que plantean pensamientos distintos a los dominantes y  estos tienen la posibilidad de publicar sus posturas. Por ello es  apasionante vivir en la era de la aldea global. Comentar notas de diarios, participar en Blogs, ser protagonistas en discusiones vía facebook, twiter, etc. Herramientas útiles que han mejorado el nivel de comprensión de los problemas globales y han intensificado la participación de los jóvenes en los cambios sociales.
¡Qué hermosa oportunidad para seguir edificando en la mente y el corazón de los jóvenes conocimientos que puedan ser motivadores de respuestas alternativas a los modelos establecidos! Es por ello que la escuela de la “aldea global” debe formar a los jóvenes en actitudes solidarias, fomentar el respeto al otro y los otros, a la naturaleza, a  la cultura y el arte, suscitar en ellos el deseo de aprender pero no desde la ingenuidad de la aceptación de pautas y normas impuestas sino desde la convicción personal de los motivos que nos deben llevar a realizar determinadas conductas respecto a nosotros mismos y respecto a los demás. Esto es educar con sentido crítico.
Otra cosa son los programas de más éxito en Argentina: "Bailando por un sueño" y “Gran Hermano” entre otros, son  programas que monopolizan la audiencia de la TV. En "Gran Hermano" se  rebaja al otro a la categoría de cosa, donde se valora la falta de códigos, el engaño, la promiscuidad, la bajeza en las conductas por conseguir un objetivo que no deja de ser material… se nivela para abajo desde el uso del lenguaje,  es una invitación al éxito visto sólo desde la perspectiva materialista. Lo mismo pasa en "Bailando por un sueño" donde la dominante es la exposición de la mujer y la eliminación. Estos programas tienen audiencia porque están absolutamente estudiadas las estrategias a seguir desde la sociología y la psicología. Apuntan a un público “general” por eso nivelan para abajo. Atraen porque despiertan en la audiencia los instintos básicos del ser humano y lo alimentan desde la morbosidad tanto sexual como desde la destrucción del otro a partir de los comentarios, de la desaparición por la “eliminación”, lo que hace que la audiencia se mantenga día a día  para ver a quien hacen desaparecer. Instintos básicos con los que buscan vender productos al precio de la destrucción de los parámetros de conductas aptas para vivir en sociedad.
Podemos decir entonces que los medios son sólo eso, medios. Y los podemos usar para el bien o para provocar lo peor de la condición humana. Es por ello que considero imprescindible hoy educar a las nuevas generaciones para que puedan discernir sobre los valores que los enriquecen y que propuestas los hacen alejarse de la dignidad humana. Estamos en un momento privilegiado de la historia de la humanidad, porque mucho está por hacerse y entre eso una conciencia nueva que lleve a los jóvenes a luchar por un mundo más justo y solidario. 
Nuestros Jóvenes nos interpelan y desde la escuela podemos transformar esta cultura de muerte por una cultura de vida, de respeto, de solidaridad…El futuro es hoy, está en nuestras manos hacerlo realidad…
Ser docente hoy (quizás como siempre) significa  trabajar sobre el deseo y encauzarlo, promoviendo jóvenes entusiastas en su compromiso con el conocimiento. Desde esta perspectiva la tarea del docente hoy es clave para transformar la realidad a partir de la construcción del conocimiento en la mente y el corazón de las nuevas generaciones.




Prof. María del Valle Fernández    

viernes, 2 de octubre de 2015

LOS QUE SEÑALAN CON EL DEDO

LOS QUE SEÑALAN CON EL DEDO



Las noticias día a día nos reflejan un gran recorte de la realidad, que algunos consideran meramente trágica teniendo en cuenta los números de muertes tras una violencia que parece no dar lugar a excepciones.
Sin embargo, en lo cotidiano encontramos, con frecuencia y quizás ya de una manera más explícita, a unas de las peores bofetadas que si bien no marcan, dejan huellas: los estigmas y los prejuicios sociales.
A lo largo de la historia han existido diversas formas de expresar una estigmatización, a partir de una evolución o involución de un ser humano más consciente de los derechos humanos. Aunque es una cuestión que parece ser propia de una sociedad contemporánea, no es ajena en el tiempo. Ya en el mundo griego se hablaba de estigma como signos corporales que exhibían algo moralmente malo (cicatrices, heridas) y cuyo portador era esclavo o delincuente.
Pese a las variaciones, la denominación actual de estigma se asemeja un poco a esta definición griega, aunque ya no aludiendo a los signos corporales sino más bien al mal en sí mismo.
Desde las psicología social se ha establecido una clara diferencia entre Prejuicio y Estigma, aunque cierto es, que uno de los conceptos da lugar al otro. Es relevante tener en cuenta que hablamos de prejuicio cuando se menciona una opinión, generalmente negativa, ante una persona o cierto grupo social sin un previo conocimiento del mismo. Y por otro lado, mencionamos un estigma cuando una persona tiene cualidades o condiciones para incluirse dentro de cierta categoría social.
Cada individuo es un portador neto de esos prejuicios y estigmas que se han establecido desde el entorno del grupo primario como así también desde los medios masivos de comunicación que hacen aún más efusiva a la discriminación social.  Si bien no se es consciente de las pautas que se establecen para determinar que una persona sea considerada como “normal”, los adolescentes más propensos a las estigmatizaciones se sienten más solos y excluidos de los grandes grupos que los marginan.
Todo esto nos lleva a concretar que la teoría del estigma surge para señalar con un dedo al inferior, en un mundo donde la competencia es cada vez más mayor.
Uno de los portadores que se comportan como estigmatizadores son los medios de comunicación, por ejemplo, al momento de elaborar las agendas temáticas. Es así como sucede cuando un caso de muerte de una persona de clase alta abarca más tiempos en la televisión que el asesinato de una persona de clase media-baja.
La ropa, los accesorios, y el contenido general que los MMC divulgan, son también elementos que determinan cierto prototipo de individuo. Persona que por lo que puede acceder se va a diferenciar y a la vez excluir del resto que no puede hacerlo del mismo modo.
Las publicidades que definen las tareas femeninas, la visión del hombre como un ser fuerte, las familias que tienen televisores y celulares de alta gama, los inmigrantes ilegales, los negros que roban, son algunos casos de hábiles estigmatizaciones que se plantean y se tornan cada vez más naturales en la sociedad por una convención impartida desde los medios. Actuando como un reforzador de opiniones ya establecidas entre los grupos sociales.
El problema es aún más grave cuando se enfrentan el estigmatizado y el estigmatizador, ya que el más débil no sabe bajo qué categorías será analizado y clasificado. O más bien, siendo el estigmatizado consciente de las cualidades que lo caracterizan, tenderá a encerrarse y a excluirse dentro de su grupo de pares. 
Prejuicios y estigmas una vez más van de la mano, funcionando como dos elementos causantes de una violencia simbólica que favorece siempre al más fuerte, al dominante, al poderoso que ha instaurado esta forma implícita de oprimir.

FELBER, Micaela

36.187.412

jueves, 1 de octubre de 2015

Ser docentes: Transformar corazones…

Ser docentes: Transformar corazones…



Albert Camus. Nació en una familia muy humilde. Su padre murió en la primera guerra mundial cuando el sólo tenía 2 años. Su madre era analfabeta y tenía problemas de sordera. Al morir su padre la familia se trasladó a Argelia que era colonia francesa a vivir en la casa de la abuela de Albert.
  
En este lugar hace su escuela primaria y cuando termina la primaria (con bastante sobreedad, ya que había empezado tarde su escolaridad), pudo ingresar al secundario. Allí se despertó su vocación por las letras y la filosofía a la que dedicó su vida.

 En 1957 recibió el Premio Nobel de Literatura. Cuando lo recibió le dedicó estas palabras a su antiguo maestro de la primaria:  «He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido”.

Son conmovedoras las palabras de Camus hacia su maestro de la primaria. Que en el momento de recibir el máximo galardón que puede esperar una persona que se dedica a esta actividad se acordara de su maestro de primaria encierra un significado muy profundo. Camus tuvo siempre muy claro que la acción decidida de este maestro( que si no fuera por esta mención hubiera pasado al olvido de la historia), la acción de este maestro, el empeño en que estos alumnos de una villa miseria africana perdida, abandonada, su insistencia en que aprendieran, su insistencia ante la abuela de Camus que se negaba a que siguiera estudiando en la secundaria ya que lo necesitaba para subsistir, su perseverancia y su convicción  hicieron que estos niños dieran un vuelco en sus vidas.

Cuando un docente se empeña en enseñar lengua, matemática, inglés o lo que sea y sin fijarse en los condicionamientos, en las dificultades sino con ferviente convicción asume su tarea, puede transformar vidas. La actividad del maestro traspasa los límites del espacio y del tiempo. No se sabe hasta dónde llegará su acción, hasta qué punto puede repercutir en las vidas de sus alumnos lo que él  hace y lo que  dice.


 En este mes dedicado a festejar, a pensar la tarea de maestros y profesores es bueno reflexionar junto a Albert Camus sobre el valor de los maestros comprometidos con su tarea.  Renovar el compromiso de los docentes con ese amor inicial que nos despertó la vocación por enseñar. Traspasar las barreras de las dificultades y apostar a la utopía, esa que dice que nuestra tarea puede cambiar el mundo…No porque vamos a cambiar las estructuras de injusticia, de desigualdad, etc sino porque podemos transformar de a uno los corazones de nuestros alumnos.

Gustavo Pizzi