Ser docentes: Transformar
corazones…
Albert Camus. Nació en una
familia muy humilde. Su padre murió en la primera guerra mundial cuando el sólo
tenía 2 años. Su madre era analfabeta y tenía problemas de sordera. Al morir su
padre la familia se trasladó a Argelia que era colonia francesa a vivir en la
casa de la abuela de Albert.
En este lugar hace su escuela
primaria y cuando termina la primaria (con bastante sobreedad, ya que había
empezado tarde su escolaridad), pudo ingresar al secundario. Allí se despertó
su vocación por las letras y la filosofía a la que dedicó su vida.
En 1957 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Cuando lo recibió le dedicó estas palabras a su antiguo maestro de la primaria:
«He recibido un honor demasiado grande,
que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia pensé primero en mi
madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño
pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de
todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero
ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue
siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón
generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños
escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido”.
Son conmovedoras las palabras de
Camus hacia su maestro de la primaria. Que en el momento de recibir el máximo
galardón que puede esperar una persona que se dedica a esta actividad se
acordara de su maestro de primaria encierra un significado muy profundo. Camus
tuvo siempre muy claro que la acción decidida de este maestro( que si no fuera
por esta mención hubiera pasado al olvido de la historia), la acción de este maestro,
el empeño en que estos alumnos de una villa miseria africana perdida,
abandonada, su insistencia en que aprendieran, su insistencia ante la abuela de
Camus que se negaba a que siguiera estudiando en la secundaria ya que lo
necesitaba para subsistir, su perseverancia y su convicción hicieron que estos niños dieran un vuelco en
sus vidas.
Cuando un docente se empeña en
enseñar lengua, matemática, inglés o lo que sea y sin fijarse en los
condicionamientos, en las dificultades sino con ferviente convicción asume su
tarea, puede transformar vidas. La actividad del maestro traspasa los límites
del espacio y del tiempo. No se sabe hasta dónde llegará su acción, hasta qué
punto puede repercutir en las vidas de sus alumnos lo que él hace y lo que
dice.
En este mes dedicado a festejar, a pensar la
tarea de maestros y profesores es bueno reflexionar junto a Albert Camus sobre
el valor de los maestros comprometidos con su tarea. Renovar el compromiso de los docentes con ese
amor inicial que nos despertó la vocación por enseñar. Traspasar las barreras
de las dificultades y apostar a la utopía, esa que dice que nuestra tarea puede
cambiar el mundo…No porque vamos a cambiar las estructuras de injusticia, de
desigualdad, etc sino porque podemos transformar de a uno los corazones de
nuestros alumnos.
Gustavo Pizzi
0 comentarios:
Publicar un comentario