jueves, 1 de octubre de 2015

Ser docentes: Transformar corazones…

Ser docentes: Transformar corazones…



Albert Camus. Nació en una familia muy humilde. Su padre murió en la primera guerra mundial cuando el sólo tenía 2 años. Su madre era analfabeta y tenía problemas de sordera. Al morir su padre la familia se trasladó a Argelia que era colonia francesa a vivir en la casa de la abuela de Albert.
  
En este lugar hace su escuela primaria y cuando termina la primaria (con bastante sobreedad, ya que había empezado tarde su escolaridad), pudo ingresar al secundario. Allí se despertó su vocación por las letras y la filosofía a la que dedicó su vida.

 En 1957 recibió el Premio Nobel de Literatura. Cuando lo recibió le dedicó estas palabras a su antiguo maestro de la primaria:  «He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido”.

Son conmovedoras las palabras de Camus hacia su maestro de la primaria. Que en el momento de recibir el máximo galardón que puede esperar una persona que se dedica a esta actividad se acordara de su maestro de primaria encierra un significado muy profundo. Camus tuvo siempre muy claro que la acción decidida de este maestro( que si no fuera por esta mención hubiera pasado al olvido de la historia), la acción de este maestro, el empeño en que estos alumnos de una villa miseria africana perdida, abandonada, su insistencia en que aprendieran, su insistencia ante la abuela de Camus que se negaba a que siguiera estudiando en la secundaria ya que lo necesitaba para subsistir, su perseverancia y su convicción  hicieron que estos niños dieran un vuelco en sus vidas.

Cuando un docente se empeña en enseñar lengua, matemática, inglés o lo que sea y sin fijarse en los condicionamientos, en las dificultades sino con ferviente convicción asume su tarea, puede transformar vidas. La actividad del maestro traspasa los límites del espacio y del tiempo. No se sabe hasta dónde llegará su acción, hasta qué punto puede repercutir en las vidas de sus alumnos lo que él  hace y lo que  dice.


 En este mes dedicado a festejar, a pensar la tarea de maestros y profesores es bueno reflexionar junto a Albert Camus sobre el valor de los maestros comprometidos con su tarea.  Renovar el compromiso de los docentes con ese amor inicial que nos despertó la vocación por enseñar. Traspasar las barreras de las dificultades y apostar a la utopía, esa que dice que nuestra tarea puede cambiar el mundo…No porque vamos a cambiar las estructuras de injusticia, de desigualdad, etc sino porque podemos transformar de a uno los corazones de nuestros alumnos.

Gustavo Pizzi

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